“Existen dos tipos de padres: Aquellos cuyos hijos se tiran en el piso del centro comercial para pedir a gritos que se les compre un juguete y otros a quienes todavía no les pasa.”
LLega una edad, normalmente cerca de los 2 años en que por primera vez vemos a nuestro pequeño angelito transformarse: se tira al piso, llora, grita, patalea… parece totalmente desconsolado por algo sin importancia aparente.
Entonces no sabemos muy bien qué está ocurriendo. Y cuando éste tipo de situaciones se repiten más de una vez, nos invaden las preguntas culposas típicas de la maternidad: ¿qué hice mal? ¿Será que me estoy equivocando? ¿le estará pasando algo malo y no me he dado cuenta?
Bueno primero que nada, ¡bienvenida al club! Al club de los berrinches, las rabietas o pataletas. Al club al cual tarde o temprano todos los padres ingresamos, ¿por qué?
Porque aunque no nos gusten mucho, los berrinches son parte del desarrollo normal de un niño. Un berrinche es una expresión desorganizada de emociones y sentimientos, que suele ocurrir con más frecuencia entre los 18 meses y los 4 años.
Te repito, con más frecuencia en esas edades, quiere decir que los berrinches pueden no desaparecer. Muchos adultos hacen berrinches cuando enfrentan una emoción fuerte porque no han logrado adquirir buenas herramientas de gestión emocional.
Por qué ocurren los berrinches
El origen de un berrinche puede ser diverso, pero podemos destacar la falta de herramientas para tolerar la frustración o las emociones fuertes, y dificultades para comunicar o expresar sentimientos de forma asertiva.
A los 18 meses los niños suelen desplazarse solos, esto les da libertad y por lo tanto empiezan a convivir más activamente en sociedad. A interactuar con otros niños, a interesarse por el mundo, a descubrir cosas más allá del regazo de mamá. Todos éstos cambios son fundamentales para que el niño empiece a constituir su autonomía.
En este encuentro con el mundo, el niño se encuentra con que no lo puede hacer o tener todo, porque hay normas y límites. Y este encuentro con la realidad de la vida, suele generarle algo de frustración, que si no es correctamente manejada, puede terminar en un estado de desorganización como lo es un berrinche.
Por qué tu hijo hace berrinches
Entonces, ¿por qué tu hijo hace berrinches, si antes no los hacía?
Primer respuesta: porque está creciendo y es un niño saludable. Que haga cada tanto un berrinche nos demuestra que psíquicamente está madurando, se está haciendo más independiente, ahora tiene deseos, opiniones y necesidades propias, muchas veces distintas a las tuyas. Y necesita demostrar y demostrarte que puede solo.
Pero también, se está enfrentando con la realidad de la vida. No todo se puede o se logra, al menos en un primer momento. Y eso genera frustración. Entonces también hace berrinches porque todavía no sabe cómo regular la frustración y otros sentimientos, como manejarlos, controlarlos o expresarlos de otra forma.
Tenemos claro que los berrinches son parte de un proceso de desarrollo emocional y psíquico que está enfrentando tu hijo. Ahora, ¿Qué puedes hacer?
Qué hacer frente a un berrinche
Principalmente ACOMPAÑAR el proceso. No vas a poder evitar que tu hijo se frustre y cada tanto haga un berrinche, ¿por qué? Simplemente porque la frustración es inevitable, ocurre porque somos humanos y tenemos limitaciones. Y por más que queramos no lo podemos todo.
Lo que sí podemos hacer es acompañar a nuestro hijo a que aprenda a manejar la frustración y todos sus sentimientos. Para que pueda sacar de ellos un aprendizaje positivo acerca de sí mismo, de las situaciones que vive, para que pueda seguir creciendo y desarrollándose emocionalmente saludable.
Cómo acompañar a tu hijo en la regulación emocional
Enseñando a tu hijo a regularse emocionalmente y acompañándolo con paciencia y respeto.
Es decir, lo acompañamos a d¡que desarrolle su propia capacidad para procesar y manejar las emociones, para tener el control sobre cómo las experimentamos y sobre cuándo y cómo las expresa.
Te dejo unas ideas de cómo hacerlo:
- Fomenta el reconocimiento y la comunicación de emociones. Utiliza cuentos, historias, dibujos… hablen sobre cómo se siente y cómo te sientes tú.
- Predica con el ejemplo. Modela la conducta que quieres que tenga ante una emoción fuerte. Si tu “te sacas” o gritas cuando estas muy enojada, él seguramente copiará tu ejemplo. Si tú mantienes la calma, él también lo hará.
- Propicia su autonomía y libre elección. Déjalo elegir cosas, tomar decisiones, déjalo que se equivoque, que intente y vuelva a intentar.
- Valida sus emociones. Hazle saber que está bien sentir cosas y si no sabe expresar lo que le pasa, ayúdale. Traduce lo que crees que le está pasando. “Creo que te has enojado mucho porque…”.
Y principalmente, mantén la calma. No hagas un berrinche cuando tu hijo lo está haciendo. Espera. Observa y dale lo que necesita de tí, contacto o por el contrario, espacio. Hazle saber que lo acompañas, díle que estás ahí disponible para él.
¡Llénate de paciencia! Más pronto de lo que te imaginas, ésta etapa pasará.
Si necesitas ayuda con la crianza de tus hijos, si piensas que algo se ha salido de control y no sabes cómo encausarlo, ¡solicita una consulta ! Puedo ayudarte.
Natalia Sladogna. Psicóloga